"Concurso Cervantes: 6ª Entrega" Las Pintuco

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Dicen que la vida se va en un suspiro, que es un soplo que pasa en un parpadeo, una brisa fría que te cala hasta los huesos.
No sé quién habrá inventado eso de que “la vida es un tren” porque yo jamás decidí montarme, y va a una velocidad que tan solo me deja tragar saliva para darme cuenta de que he perdido todo mi tiempo, y definitivamente no es la velocidad de los trenes actuales que yo conozco.
Recuerdo meses antes de estar aquí internada como me trataban todos, como mi mamá iba y venía sin detenerse a pensar, días antes del accidente, y debo destacar que a pesar de todo este lugar no está tan mal.
El autobús iba acelerado y provocaba ruidos que no me dejaban dormir, iba repleto de personas distintas de cara pero idénticas de cuerpos que me causaban repulsión. Era un largo viaje en el que no había probado nada de comida sólida en días, sobrevivía a punta de jugos. Tenía la mente abarrotada de pensamientos que desequilibraban mi mente, locuras que me perturbaban y aun así que intentaba plasmar en una carta para mi mamá que tenía horas intentando redactar.

“Mamá, lamento haberme ido de esta manera. Sé que te he roto el corazón millones de veces en miles de pedazos pero lamento escribirte que esta vez no estaré cerca para repararlo.

Estoy a kilómetros de casa, buscando un nuevo rumbo una nueva historia que redactar sin ti ni tus amigos, empezare de cero, con la esperanza de no volverme a equivocar... Abandonarte es mi manera de perdonarme; Te ruego que pienses en mí. Sé que no lo haces siempre, pero mamá piensa en mí, en mi futuro, no quiero rechazar la victoria segura que tiene para mí el mundo, hoy dejo de ser una Pintuco. Cuando recibas esta carta no habrá vuelta atrás, dejarás de tener una hija. Sé que mirare hacia atrás y veré mil recuerdos pero ya nada de eso queda. Estoy cansada de esperar un momento que no va a llegar, de creer mentiras.

No habrán más cartas Mamá. No esperes que vuelva y no busques contestarme

Te amo

Cada línea la borre y escribí de nuevo al menos unas cinco veces, usé unas 23 páginas distintas y aún me parece vaga y dispersa. Me fui de casa un 9 de Septiembre con apenas un bolso con dos mudas y 10.000 dólares en efectivo que había sido la paga del trabajo de mi mamá por todo el mes, el sustento de la casa el sudor de mi madre y con lo que podría vivir tranquila por algunos meses en otro lado lejos del calor de mi hogar.

Mi mamá era una cálida mujer entrada en años que trabajaba dándole placer a los hombres de la localidad en nuestra propia casa, hombres adinerados que alguna vez tuvieron decencia en su vida pero hoy en día eran solo un vago recuerdo de lo que habían sido. De pequeña no entendía nada de la vida, y solo veía personas entrar y salir de mi casa pero luego me di cuenta de todo...

-Hija, es la única forma de traer sustento a la casa y realmente no espero que me entiendas-Siempre era su respuesta, pero ese día fue distinto mi mamá me miraba con sus ojos como platos intentando hacerme entender algo que sabía que era mentira pero era la única figura familiar que tenía y con apenas 14 años mi horizonte era limitado.
-Mamá es un enfermo ¡un sádico! Entró a mi cuarto - y mis lágrimas brotaron producto de la impotencia.

Yo era una flacucha que apenas sabía de la vida, sufría de migraña , deshidratación y arritmias esporádicas
Nadie me atendía, nadie me ayudaba, yo era algo insignificante en un universo de probabilidades y le producía un nivel de morbo extremo a un adinerado concejal que acabó con mi virginidad.

El autobús llegó a mi destino y de inmediato busque enviar la carta a mi mamá y por micro segundos no la envio pero me hubiera defraudado a mi misma de no tener el valor para hacerlo luego de haber llegado tan lejos y casi quedarme sin lágrimas.

La casita donde me quedaría quedaba retirada de la ciudad en un valle poco transitado por lo tanto tenía dos opciones: rodear un cerro o acortar camino por la cañada
Tomé la segunda opción porque ya estaba oscureciendo, empecé a caminar y al poco rato se hizo de noche cuando apenas iba a mitad de camino; el cerro daba aires de película como quien se cree famoso y camina por los "prados" grabando un video cantando pero el "prado" era solo maleza, el silencio hacía que mantuviera mis oídos alerta y había una brisa fría que contribuía a mi depresión

Ví la casa a lo lejos cuando llegue a lo alto del cerro, me detuve a contemplar lo que sería mi futuro hogar.

Cuando llegué a casa me pareció extraño que estuviera abierta la puerta de par en par y entré pensando que sorprendería a algún intruso pero todo estaba en su lugar no había signos de irregularidades excepto por la puerta del cuarto principal que estaba entreabierta, me asomé y lo que ví era inconcebible.
Mi mamá con una amiga, tres hombres e incluso mi hijo tirado en el suelo que estaba adornado con colillas de cigarrillo.
Me quedé estupefacta ¿horas de viaje para estar en el mismo lugar? ¡No tenía sentido!
Salí huyendo de nuevo, rehice mis pasos, me devolví todo el camino pero me detuve de nuevo en el cerro a mirar atrás por una última vez, tomé de nuevo un autobús pero en dirección contraria
No entendía qué pasaba o donde estaba, los autos pasaban vertiginosamente por mi ventana y ahí fui víctima de mi impulsividad. Me levanté de mi asiento y me acerqué al chofer

-¿Por Qué vamos tan rápido gordiflón? - Pregunté molesta aún
-Señorita ¿se encuentra bien? Apenas vamos a 40 kph - me contestó de lo más relajado haciendo caso omiso a mi comentario grotesco.
Me hizo sentir tonta y de inmediato encendió la ira en mi... Me lancé encima de él golpeándolo, arañando su cara y mordiendo todo lo que pudiera, pero antes de que pudiera darme cuenta de lo que hacía de reaccionar un camión de carga nos hizo volar por el aire literalmente.

A pesar de todo este lugar no está tan mal, este hospital que más bien se siente como una prisión me ha dado más alegrías que mi mamá en toda la vida, a veces me visita y de a ratos creo que veo algún que veo otro de sus clientes por estos pasillos

Soy una mujer distinta, me he vuelto adicta a las pastillas que me dan control sobre mi vida son las naranjas por si algún día quieren ustedes venir y probarlas.

Ella sufría una grave enfermedad que la hacía alucinar y ver a todos obesos por lo tanto entraba en pánico y buscaba perder peso sometiéndose voluntariamente pero no conscientemente a la inanición, lo que a su vez le producía efectos en el cerebro, se le olvidaban las cosas, tenía ataques de ira y presentaba constantes cambios en el comportamiento, se volvió sumamente irritable y por no ser diagnosticada a tiempo falleció en el hospital luego de un accidente de tránsito en un autobús otro intento de escaparse esta vez luego de entrar en la casa y encontrarme con un cliente.
Mi hija sigue viva en estos cerros, en estas calles que recorría por horas alucinando...
A veces nos encontramos en el cerro cerca de la casa para hablar y ponernos al tanto, ahí en la cima entre la maleza nos sentamos, ella ya no está enferma y ve el mundo perfectamente. Ahora la entiendo jamás pensé que estuviera tan grave puesto que yo sólo veía una niña malcriada.
Me he vuelto artista, ahora pinto como mi hija veía el mundo, y mi obra más famosa soy yo a través de sus ojos que alucinando vio el cuarto de la casa lleno de personas, sucio y descuidado.
Espero algún día visiten este pueblo, y transiten estas calles que consigan el camino que lleva a mi casa.
Si algún día deciden visitar no se asusten si escuchan pasos y no ven a nadie. Si escuchan cantos o gemidos lejanos.
Aquí sigue la cañada, aquí sigue la casita, aquí seguimos nosotras las Pintuco.

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