Al final del camino: todos calzamos igual.

¡En los zapatos del otro!

En esta oportunidad, quiero dedicar este post, a lo fácil que es emitir un jucio sin ponernos en los zapatos de la persona que es cuestionada.

Somos individuos que interactuamos en una misma sociedad, pero nuestras realidades a veces son diferentes y otras tan semejantes que estamos paralelos unos de otros, pero aún así NO reconocemos que: lo que crítico del prójimo, es lo que mas me sobra.

Plantarnos en terreno ajeno, es una excelente herramienta que nos dará la posibilidad de experimentar la empatía y la cercanía circunstancial con la persona, muchas veces nos resultará difícil abandonar los prejuicios a los que estamos acostumbrados, pero esta conducta nos llevará al sentir, pensar y padecer del otro.

En situaciones extremas, cuando las circunstancias son color de hormiga, resulta dificíl ponerse en los zapatos de quien padece hongos, o una enfermedad contagiosa y mortal (momento irónico); pero te aseguro que es la mejor opción de vida.


Desde mi experiencia, opino que mas que un proceso mental, es un proceso energético, que con la práctica se puede llegar a canalizar para un mutuo bienestar.

Mi opinión personal, y no con los zapatos puestos, sino mucho mas allá: metida de cuerpo completo; cuando reaccionamos con buena onda y sin censurar ni prejuzgar, se produce un proceso liberador y sanador, tanto para la persona que lo recibe como para el que lo propicia.
Se abre entonces un eslabón y entramos en sintonía con el universo.

Expandiendo mis pensamientos, mucho mas allá del fondo y las formas, siento que este "viaje de la vida" tiene inmensos caminos, en dónde todos estamos cargados de distintos equipajes, unos livianos y otros con un peso imposible de soportar.
Pero cuándo nos toque abandonar la mochila: todos iremos al mismo lugar.
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