Después de darle muchas vueltas y de plantearme si de verdad quería embarcarme en un texto como este, me he dicho a mí mismo: “Vamos allá”. Qué mejor manera de estar en paz que sacando eso que me corroe por dentro y compartirlo con todos vosotros para intercambiar opiniones. Es una de los alicientes de pertenecer a esta comunidad, aquí hay sitio para el debate y todos estamos abiertos a recibir diferentes puntos de vista. Así que aquí va mi reflexión
Ayer estaba viendo un documental sobre Bitcoin que planteaba precisamente de lo que vengo a hablar aquí, de la libertad que nos hacen creer que tenemos y de la que somos dueños. Nada más alejado de la realidad.
Creo que es algo que todo el mundo sabe, y en realidad eso es precisamente lo más perturbador de todo. Cuando hablas con alguien de esto y su respuesta es: “Sí, sí, ya lo sé. No me estás diciendo nada nuevo”. Te das cuenta de lo grave del asunto. Somos prisioneros de una sociedad perversa y no sólo lo sabemos sino que creemos que en eso consiste realmente la libertad. Decimos que sabemos como funciona el mundo y aunque encontremos sus mecanismos perversos y reprobables, cerramos los ojos y seguimos adelante, soportando el yugo del poder sobre nosotros. Por si hay alguna duda al respecto dejadme que me explique en detalle:
Cuando hablamos de libertad lo primero que nos viene a la cabeza es la libertad espacial. Es decir, uno se siente libre por el hecho de no estar encerrado en una cárcel, y saber puede ir a donde quiera. Este es el punto más básico y aún así, es erróneo. Veamos por qué:
Muchas veces me planteo que el hecho de ser un habitante de este planeta me debería permitir vivir en cualquier lugar de su geografía, siempre y cuando el ecosistema del lugar que elija me permita permanecer vivo. De tal manera, que si yo he nacido en España, y un día elijo iniciar un viaje sin destino concreto, debería de poder ir y permanecer allí donde quisiera. Al igual que hacen los pájaros o los peces en el mar. Pero desgraciadamente no es así. La sociedad está tan trastornada y es tan hermética que existen un sinfín de regiones (países) que no permiten su entrada a ciertas personas, bien porque no tienes un visado o por otras muchas cuestiones que nos hacen ser distintos según nuestra situación. Que yo sepa, todos los peces son iguales entre ellos, no existe un control en tal o cual mar que impida el paso a tal o cual especie. Además, en la mayoría de países a los que uno puede entrar, existe un tiempo máximo en el que uno puede permanecer allí legalmente. Pasado ese tiempo uno se convierte automáticamente en un inmigrante ilegal.
Este primer ejemplo pone de manifiesto cómo nuestra libertad espacial no existe, aunque nosotros tengamos la ilusión de que gozamos de ella. No vamos a entrar en por qué los países tienen control de inmigración, ese es otro debate, pero lo que conlleva es que somos el único ser vivo de este planeta sin libertad para ir y estar donde a uno le plazca.
Otro aspecto de nuestra falsa libertad es nuestra libertad económica. Creo que esta es más evidente, la falta de ella quiero decir. Es uno de los mayores atractivos que tenía la idea original de Bitcoin. Una divisa que fuera absolutamente libre y estuviese fuera del alcance del sistema y de los bancos. Una divisa descentralizada y abierta para todo el mundo, en la que la transparencia fuera universal. Bitcoin se creó precisamente para tratar de hacer realidad la libertad económica que todos merecemos. En los países civilizados de todo el mundo, hoy en día es imposible vivir sin una cuenta bancaria, a no ser que vivas en mitad de bosque siendo completamente autosuficiente, ajeno a la sociedad que te rodea.
Y una vez que entras en la rueda de los bancos, tu libertad se posiciona tan lejos que es absolutamente inalcanzable. Los bancos y el sistema financiero te pueden quitar todo el dinero que les dé la gana, impunemente y a la vista de todos, amparados por leyes redactadas por políticos cuyas intenciones están muy lejos de servir al pueblo tal y como se espera de ellos. Respecto a esto, no hay nada que hacer, es como chocar contra un muro, y lo más triste de todo es que todos aceptamos que así sea. Si no lo aceptásemos ya habríamos hecho algo para cambiarlo, pero no lo hemos hecho. Preferimos que nos roben poco a poco el dinero que tanto esfuerzo nos ha costado ganar y obtener a cambio los caramelos que la sociedad nos da para que no nos quejemos, como son todas esas cosas que tenemos en nuestras vidas y que creemos nos hacen más felices, como un coche, una moto, el último móvil, la nueva televisión LED, una suscripción a Netflix o HBO, fibra óptica en casa, ropa de marca y fútbol casi todos los días por televisión. Creemos que hemos elegido todas esas cosas libremente, pero de ser así, ¿querríamos todos las mismas cosas? ¿Cuánta gente conocéis sin móvil o que no quiera uno? Estamos completamente dominados y el que no esté de acuerdo es que aún no ha despertado del sueño de arco iris y azúcar.
Quizá alguno piense al leer estas palabras que me estoy poniendo un poco radical. Para mí lo radical es negarlo todo, o cerrar los ojos ante la realidad. Entiendo que estas ideas hagan daño o que le hagan a uno no sentirse bien. Pero es bien sencillo, si la realidad, si tu realidad no te hace sentirte bien… haz algo.
Ayer, viendo el documental sobre Bitcoin, que por cierto vi en Netflix, jajaja, para que veáis que yo también soy un prisionero de mí mismo. Me hacía mucha gracia en cómo insisten los americanos en el concepto de libertad. Lo hemos visto mil veces en las películas, todos conocemos esa manida frase que suelta de vez en cuando algún personaje: “Este es un país libre”. Y eso se lo han metido a la gente como un tornillo que se introduce vuelta a vuelta, hasta el final. Y todos nos lo hemos creído, sobre todo ellos, los estadounidenses. En las vistas que se llevaron a cabo en Nueva york sobre el control del Bitcoin, el superintendente de los servicios financieros de Nueva York y principal promotor de la BitLicense, Benjamin Lawsky, hablaba constantemente de libertad como argumento para promover el control sobre el Bitcoin. ¿Cómo alguien puede hablar de control justificandolo con libertad? Aún así, todo el mundo en la sala agachaba la cabeza asumiendo que sus palabras estaban cargadas de razón. Es como querer darle libertad a un pez metiéndolo en un acuario. Es que el acuario estará a la temperatura ideal, estará libre de depredadores y nunca les faltará comida. Bien, no digo que no, pero no utilices la palabra libertad en tu argumento, estarás mintiendo y siendo demagogo.
En esta sociedad del control, en cuanto surge algo nuevo, innovador, libre y sin barreras, la reacción es cercarlo, detenerlo y controlarlo. Las “autoridades” necesitan controlarlo todo, y de hecho así ocurre, controlan todo y a todos. Y nosotros, queridos lectores, somos los controlados, nos guste o no.
No usemos la palabra libertad en vano, porque es una de las pocas cosas por las que merece la pena luchar. La libertad es todo, y lo dice alguien que realmente no sabe lo que es, ya que no disfruto de ella.
¿Os imagináis un mundo realmente libre? Esto sería tan distinto que ni siquiera conoceríamos a nuestro propio planeta.
Gracias por leer, votar y comentar.
Después de darle muchas vueltas y de plantearme si de verdad quería embarcarme en un texto como este, me he dicho a mí mismo: “Vamos allá”. Qué mejor manera de estar en paz que sacando eso que me corroe por dentro y compartirlo con todos vosotros para intercambiar opiniones. Es una de los alicientes de pertenecer a esta comunidad, aquí hay sitio para el debate y todos estamos abiertos a recibir diferentes puntos de vista. Así que aquí va mi reflexión
Ayer estaba viendo un documental sobre Bitcoin que planteaba precisamente de lo que vengo a hablar aquí, de la libertad que nos hacen creer que tenemos y de la que somos dueños. Nada más alejado de la realidad.
Creo que es algo que todo el mundo sabe, y en realidad eso es precisamente lo más perturbador de todo. Cuando hablas con alguien de esto y su respuesta es: “Sí, sí, ya lo sé. No me estás diciendo nada nuevo”. Te das cuenta de lo grave del asunto. Somos prisioneros de una sociedad perversa y no sólo lo sabemos sino que creemos que en eso consiste realmente la libertad. Decimos que sabemos como funciona el mundo y aunque encontremos sus mecanismos perversos y reprobables, cerramos los ojos y seguimos adelante, soportando el yugo del poder sobre nosotros. Por si hay alguna duda al respecto dejadme que me explique en detalle:
Cuando hablamos de libertad lo primero que nos viene a la cabeza es la libertad espacial. Es decir, uno se siente libre por el hecho de no estar encerrado en una cárcel, y saber puede ir a donde quiera. Este es el punto más básico y aún así, es erróneo. Veamos por qué:
Muchas veces me planteo que el hecho de ser un habitante de este planeta me debería permitir vivir en cualquier lugar de su geografía, siempre y cuando el ecosistema del lugar que elija me permita permanecer vivo. De tal manera, que si yo he nacido en España, y un día elijo iniciar un viaje sin destino concreto, debería de poder ir y permanecer allí donde quisiera. Al igual que hacen los pájaros o los peces en el mar. Pero desgraciadamente no es así. La sociedad está tan trastornada y es tan hermética que existen un sinfín de regiones (países) que no permiten su entrada a ciertas personas, bien porque no tienes un visado o por otras muchas cuestiones que nos hacen ser distintos según nuestra situación. Que yo sepa, todos los peces son iguales entre ellos, no existe un control en tal o cual mar que impida el paso a tal o cual especie. Además, en la mayoría de países a los que uno puede entrar, existe un tiempo máximo en el que uno puede permanecer allí legalmente. Pasado ese tiempo uno se convierte automáticamente en un inmigrante ilegal.
Este primer ejemplo pone de manifiesto cómo nuestra libertad espacial no existe, aunque nosotros tengamos la ilusión de que gozamos de ella. No vamos a entrar en por qué los países tienen control de inmigración, ese es otro debate, pero lo que conlleva es que somos el único ser vivo de este planeta sin libertad para ir y estar donde a uno le plazca.
Otro aspecto de nuestra falsa libertad es nuestra libertad económica. Creo que esta es más evidente, la falta de ella quiero decir. Es uno de los mayores atractivos que tenía la idea original de Bitcoin. Una divisa que fuera absolutamente libre y estuviese fuera del alcance del sistema y de los bancos. Una divisa descentralizada y abierta para todo el mundo, en la que la transparencia fuera universal. Bitcoin se creó precisamente para tratar de hacer realidad la libertad económica que todos merecemos. En los países civilizados de todo el mundo, hoy en día es imposible vivir sin una cuenta bancaria, a no ser que vivas en mitad de bosque siendo completamente autosuficiente, ajeno a la sociedad que te rodea.
Y una vez que entras en la rueda de los bancos, tu libertad se posiciona tan lejos que es absolutamente inalcanzable. Los bancos y el sistema financiero te pueden quitar todo el dinero que les dé la gana, impunemente y a la vista de todos, amparados por leyes redactadas por políticos cuyas intenciones están muy lejos de servir al pueblo tal y como se espera de ellos. Respecto a esto, no hay nada que hacer, es como chocar contra un muro, y lo más triste de todo es que todos aceptamos que así sea. Si no lo aceptásemos ya habríamos hecho algo para cambiarlo, pero no lo hemos hecho. Preferimos que nos roben poco a poco el dinero que tanto esfuerzo nos ha costado ganar y obtener a cambio los caramelos que la sociedad nos da para que no nos quejemos, como son todas esas cosas que tenemos en nuestras vidas y que creemos nos hacen más felices, como un coche, una moto, el último móvil, la nueva televisión LED, una suscripción a Netflix o HBO, fibra óptica en casa, ropa de marca y fútbol casi todos los días por televisión. Creemos que hemos elegido todas esas cosas libremente, pero de ser así, ¿querríamos todos las mismas cosas? ¿Cuánta gente conocéis sin móvil o que no quiera uno? Estamos completamente dominados y el que no esté de acuerdo es que aún no ha despertado del sueño de arco iris y azúcar.
Quizá alguno piense al leer estas palabras que me estoy poniendo un poco radical. Para mí lo radical es negarlo todo, o cerrar los ojos ante la realidad. Entiendo que estas ideas hagan daño o que le hagan a uno no sentirse bien. Pero es bien sencillo, si la realidad, si tu realidad no te hace sentirte bien… haz algo.
Ayer, viendo el documental sobre Bitcoin, que por cierto vi en Netflix, jajaja, para que veáis que yo también soy un prisionero de mí mismo. Me hacía mucha gracia en cómo insisten los americanos en el concepto de libertad. Lo hemos visto mil veces en las películas, todos conocemos esa manida frase que suelta de vez en cuando algún personaje: “Este es un país libre”. Y eso se lo han metido a la gente como un tornillo que se introduce vuelta a vuelta, hasta el final. Y todos nos lo hemos creído, sobre todo ellos, los estadounidenses. En las vistas que se llevaron a cabo en Nueva york sobre el control del Bitcoin, el superintendente de los servicios financieros de Nueva York y principal promotor de la BitLicense, Benjamin Lawsky, hablaba constantemente de libertad como argumento para promover el control sobre el Bitcoin. ¿Cómo alguien puede hablar de control justificandolo con libertad? Aún así, todo el mundo en la sala agachaba la cabeza asumiendo que sus palabras estaban cargadas de razón. Es como querer darle libertad a un pez metiéndolo en un acuario. Es que el acuario estará a la temperatura ideal, estará libre de depredadores y nunca les faltará comida. Bien, no digo que no, pero no utilices la palabra libertad en tu argumento, estarás mintiendo y siendo demagogo.
En esta sociedad del control, en cuanto surge algo nuevo, innovador, libre y sin barreras, la reacción es cercarlo, detenerlo y controlarlo. Las “autoridades” necesitan controlarlo todo, y de hecho así ocurre, controlan todo y a todos. Y nosotros, queridos lectores, somos los controlados, nos guste o no.
No usemos la palabra libertad en vano, porque es una de las pocas cosas por las que merece la pena luchar. La libertad es todo, y lo dice alguien que realmente no sabe lo que es, ya que no disfruto de ella.
¿Os imagináis un mundo realmente libre? Esto sería tan distinto que ni siquiera conoceríamos a nuestro propio planeta.
Gracias por leer, votar y comentar.