El pequeño amigo Tomaso, más que un chivo parece un perrito, pues no me puede oír cuando ando por el patio, porque se pone a llorar para que lo saque del corral. No sé por qué mamá le puso ese nombre, pero de verdad que tiene cara de Tomaso.

Es manso y le encanta que le rasquen la barriga, pero además es muy cómico, porque cuando les estoy colocando la comida en el corral se mete entre mis piernas, lo único malo es que me puya con sus pequeños cuernos.

Sus colores lo hacen parecer tener un uniforme de camuflaje, solo que en versión tierra, marrón, con motas negras y blancas, es de raza criolla, debe estar pesando Tomaso unos 25 kilos y me lo regalo el buen amigo Carlos de la comunidad Agua Salada en Carora, municipio Torres del estado Lara, estando ya destetado.

_{Tomaso comiendo}

Es de los que me ha acompañado a sembrar, claro mientras yo trabajo el descansa y observa, como cuestionando lo que hago; cuando ve que hay algo que pueda echarse al pico, no vacila en ir hasta el sitio y mordisquear delicadamente primero para ver si es comestible.

_{Laborando Tomaso}

La idea de tener a Tomaso en la granja, parte de que las cabras requieren un padrote para su reproducción, en principio debería ser arisco, pero con todas las atenciones que recibe de mi mamá creo que es lo ha hecho que sea tan consentido, de todas maneras no pierdo la esperanza que salga un buen macho para montar a las cabras cuando sea el momento.

_{Tomaso y su amiga}

Yo disfruto mucho viendo como Tomaso va de un lado para otro en el patio, cuando lo suelto y se encarga de comerse todo el monte en la cerca, porque las cabras en términos generales son animales que buscan halar el monte que se van a comer para lo cual se alzan sobre sus patas traseras apoyándose en las delanteras para alcanzar lo que esté más alto.

Ya me planifique para construir el aprisco que no solo aportará mejores condiciones a las cabras, sino donde también Tomaso será el chivo que más mea…

_{Tomaso molestando la fotografia}