En los pasillos de mi memoria una imagen aparece cada vez que pienso en el motivo de este escribo. Yo era un niño en aquel entonces, inocente y puro. La imagen la protagoniza mi difunta abuela Margarita (Margot, así la solíamos llamar). Ella, una mujer de hábitos y rutinas, se mantuvo sana hasta el día de su muerte. Fue una mujer activa y de fuerza física sin igual. La recuerdo como alguien muy alegre, vigorosa y magnánima; siempre tenía la última palabra, pero no por imposición, sino por lucidez.
Aquel día mi abuela estaba en la cocina picando algo que, para mí, debido a mi desconocimiento y mi mente presta a la imaginación, parecía una lengua gigante, un tentáculo verde con espinas. Me quedé observándola en silencio, asombrado al ver, por primera vez, esa forma tan extraña y aparentemente peligrosa. Mientras, ella, con un cuchillo, desnudaba aquella particular figura con mucha agilidad, como si ya fuera algo habitual. De pronto extrajo desde el interior que esa cosa una especie de cristal del que se desprendía una baba pestilente.
Enseguida lavó el cristal con abundante agua, lo picó en porciones pequeñas, y, para mi sorpresa, se lo comió. Me asusté mucho: ¿¡Cómo mi abuela era capaz de comerse ese cristal que olía tan feo!? Para colmo, se me acercó y me dijo: ¿quieres probar? ¡De inmediato dije que no! Mi abuela sonrió y me dijo con mucha ternura: "Es solo una planta. Se llama Sábila y esto (mostrándome el cristal de Aloe Vera) te hará muy bien. No te dejes engañar pos su olor, lo importante es lo que pude hacer por ti."
Aún así, no quise probar. Después de todo, era un niño, y, mi interés para aquel entonces respecto a lo que podía comerse o no, se reducía a las golosinas y dulces. Sin embargo, la escena quedó grabada en mi memoria como un suceso importante, como si, inconscientemente, supiera que más tarde yo también haría lo mismo. Hoy le agradezco infinitamente a mi abuela por haberme ofrecido un poco de esa planta milagrosa. En el fondo, fue un acto de amor, puesto que cuidar a nuestro semejantes es una acción de la más noble naturaleza.
Margot tenía razón. Bien dicen los abuelos (seres sabios a punta de vivencias) que ningún mal se resiste al influjo de las plantas. Después de todo, las plantas se alimentan de luz solar (y el sol es dador de toda la vida). Todo el poder curativo y nutritivo presente en las plantas nos está brindado, de manera directa e indirecta, energía solar. De hecho, algunos de los medicamentos más usados en el mundo tienen su base química en alguna planta (del saúco se fabrican aspirinas; de la valeriana, el Valium). Pero, punto a favor para nuestras amigas verdes, los riesgos de efectos secundarios o intoxicaciones son mucho menores.
Es por eso que hoy quiero compartirles mi amor por una de las plantas más populares que existen y cuyos beneficios para la salud son incalculables: La Sábila, cuyo nombre científico es Aloe Bardadensis Mill. Para los desconocen las propiedades de esta maravillosa planta, deben saber que la misma posee más de 200 componentes que son beneficios para nuestra salud, además de encimas, vitaminas, minerales, ácidos y fitoquímos igual de provechosos. Su rango de acción en nuestro organismo abarca desde el cuidado de la piel, el cabello, riñones, sistema gástrico, entre otros.
Todo esto me llevó a la conclusión de que la sábila es un súper alimento en extremo provechoso y que deberíamos incluir en nuestro día a día. Además de un amuleto contra las malas energías: Y es que la sábila sirve hasta para el mantenimiento energético de las casa. Según quienes la utilizan, tener una penca de sábila en la casa nos proteje de las malas energías. De ahí el chiste conocido que anda corriendo por pas redes al respecto de esta maravillosa planta:
Mi amor por esta planta comenzó cuando yo era un niño, cuando mi abuela me ofreció a comer de sus cristales. Y aunque en un principio me negué a probarla, hoy en día es mi amiga inseparable. A mis 31 años de edad la sábila se ha convertido en un bálsamo para aliviar mis males. Debido a mi mala alimentación, el estrés y la ansiedad, están amplificadas por la situación actual del país, afecté negativamente a mi sistema gástrico, específicamente a mi colon.
Aún estoy en revisión médica y es mucho lo que no puedo comer. No imaginan lo incómodo y frustrante que es regular las horas de comida, limitarse en la ingesta, comer cosas que antes ni pensabas. Pero debo hacerlo si quiero sanar. Ahora, aunque suene descabellado, enfermar me hizo comprender el valor de cuidarnos, de mantener rutinas, de hacer ejercicios, de valorar y reconocer lo que nos hace bien.
Respecto a esta maravillosa planta, ella me ayudó mucho en mi mejoría. Consumirla cruda y en batidos logró disminuir los síntomas de acidez, pesadez estomacal, inflamación y dolor. Probé de todo para curarme, pero nada funcionó del todos hasta que el Aloe Vera cambio mi vida. Además, como dato adicional, cuidar una plata nos enseña mucho acerca de las virtudes, de lo hermoso que es cuidar a alguien más (porque, aunque lo olvidemos con demasiada frecuencia, las plantas son seres vivos).
Antes de compartir con ustedes cómo uso los cristales de sábila, debo advertir que tengo una penca en mi casa, la cual no utilizo para ingerir, sino como compañera (de hecho, hasta le yendo nombre: Silse: en honor a la deidad griega). A mis ojos, la planta es realmente hermosa y sus tonos verdes son bastante llamativos. Respecto a cómo la consumo, siempre lo hago cruda. Y es que pienso que así es mucho más afectiva actuando directamente sobre el padecimiento por el cual la utilizamos.
Para limpiarla lo primero que es retirarle la concha espinosa. Con un cuchillo le cercenó los laterales y luego, con el mismo cuchillo, extraigo el cristal. Acto seguido, la lavó con bastante agua para retirar la baba rica en yodo y luego la rebano para usarla cuando quiero. Regularmente la ingiero en la mañana y antes de dormir. Los beneficios son inmediatos y uno se siente mucho mejor y más saludable.
Para todos aquellos que se interesen en incluirla sabía en sus vidas, aquí les comparto algunas recomendaciones para su uso óptimo. Espero que las mismas les sean útiles:
Es predecible usar la sábila al natural. Aunque los suplementos son eficaces, la planta conserva más sus nutrientes.
Si no vas a utilizar toda la penca, procura guardar el sobrante en la nevera, pero conservando su cubierta natural. Esto garantizará que perdure mucho tiempo y puedas consumirla cuando quieras.
Puedes conserse kos cristales son cáscara, pero en algún envase para que no se dañen.
Puedes usarla a diario, pero si presentas alguna patología, es recomendable consultar a tu médico.
Antes de despedirme, quisiera compartir con ustedes este poema de mi autoría que decidí construir para el concuros y para elogiar a este ser tan maravilloso que me ha otorgado tantos beneficios. El poema es una especie de oda breve en la cual exaltó las cualidades de esta hermosa palabra. Espero lo disfruten:
Erguida como una hoguera, la sábila,
deslumbrando al cielo
con sus llamas eternas,
con su esplendoroso fuego verde
Pero es un engaño tu atavío de espinas:
econdes en tun centro
la claridad, los dones del agua,
su vitalidad y frescura,
rayos de sol para propagar la vida
Oh, diadema del monte,
rígoda estrella de los hogares,
no existe sombra que resista a tu influjo.
Quierp desearle mucha suerte a todos los demás participantes. Cualquier critica, opinión o sugerencia, no olviden dejarla en la casilla de comentarios. Para mi es grato leerlos. ¡Nos vemos pronto!
