Este texto es la continuación de otro que titulé: La angustia de Rafael. Si desean leerlo, aquí el link. Esta segunda parte la titulé:
El técnico la escuchó con paciencia y luego le dijo:
-Mi querida señora Teresa Salazar, no se preocupe, su robot tiene aún garantía, estamos tratando de analizar su caso, esto nunca nos había pasado con ninguno de nuestros robots; toda la información que nos ha dado es de mucha importancia para nosotros -dijo mirándola a través de sus lentes redondos.
-Fíjese -continuó diciendo el técnico en un tono muy amable -Rafael, como le dice usted al 4246@acotraining, está programado no solo con toda la información actual de la teoría del entrenamiento deportivo, fisiología, psicología, fisioterapia, biomecánica, sino que está programado para defenderla de cualquier peligro; él es un prototipo que solo funciona con su olor, sus sensaciones, su ritmo cardíaco, él se alimenta de su energía vital, y va desarrollando sensaciones en muchos casos caóticas, fractales, en cadena; todas en función de ayudarla; nosotros llamamos a ese proceso"Amor robótico".
Teresa se río a carcajadas y dijo:
-Es decir ¿que se va enamorando de mi? ¿No me diga?
El técnico sonrió y le dijo, ya nosotros no hablamos de inteligencia artificial, sino de "sentimientos artificial".
-Hagamos un experimento, vamos a taller y cuando esté frente a Rafael, prométale que no lo hará más, que de ahora en adelante usted correrá al ritmo que él le sugiera, según los objetivos planificados, y usted verá cómo se recupera totalmente.
-Pero eso es ridículo -dijo Teresa.
-Dígame, ¿me complacerá? -replicó el técnico.
-Bueno, sí, está bien -dijo Teresa -de todos modos no está mal algo de locura.
Es de madrugada, algo más de las cinco de la mañana, Teresa y Rafael trotan muy suave por la raya blanca que recorre toda la caminería del parque del Este de Caracas, se ven felices; un grupo de corredores los saludan con cariño:
-Adiós, Tere, te felicito, de nuevo con Rafael.
-Gracias, profesor Lucena -grita de lejos, Teresa.
Cuando van llegando al sitio de entrenamiento de un profesor llamado Navas, viene Roberto, su ex, con su novia nueva, y esta vez, a diferencia de otras veces, no sintió nada, volteó para otro lado y dijo:
-Adiós, profesor Navas.
El profesor Navas contestó con un suave movimiento de la mano.
Cuando su ex y la novia pasaron al lado de ellos, Rafael, que había estado muy callado, dijo:
-Buenos días, Roberto. Buenos días, preciosa.
Roberto, su ex, balbuceó:
-Épale, y apuró el paso.
Tere no aguantó la risa y dijo:
-Tú siíeres loco , Rafa.
Rafael aumentó el paso, ya que vendrían mil metros a un ritmo de cuatro minutos por kilómetro, y le dijo a Teresa:
-No hay que perder la elegancia, y vamos, no te quedes, que yo no te creí eso de que no volverás a correr un 42 K; eres una adicta al asfalto. Vamos, a mi lado, no aflojes.