Código Máquina - Novela - Capítulo 2

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En una multinacional hay dos tipos de empleados: aquellos con pretensiones de ascender a puestos de responsabilidad y aquellos que prefieren mantener el perfil bajo.

Las hormigas obreras.

David Berg era, definitivamente, una hormiga obrera. Decidida y voluntariamente se había mantenido en esa posición desde hace 5 años y nunca había querido elevar su nivel de responsabilidad más allá de lo que él mismo podía controlar.

Era una persona tremendamente analítica y astutamente lógica. Basaba todas sus decisiones en una sucesión casi aritimética de inferencias mentales basadas únicamente en la información de la que disponía. ¿Cómo iba a tomar decisiones en materias que no cabían en su cabeza? ¿Cómo iba a saber qué camino seguir sin tener una mapa exacto de las rutas posibles?

¿Delegar el trabajo? Más bien: jugar con el destino de las personas sin tener el absoluto control sobre tus decisiones.

Había conseguido, con el paso de los años, afianzar su puesto de programador de sistemas de satélites navegación en OTB, un empresa joven y agresiva que se había hecho un hueco en el marcado global.

La ventana del sistema de mensajería de la red corporativa se abrió con un sonido a modo de suspiro que él mismo había grabado hace tiempo. El suspiro significaba trabajo: Heiko, su jefe, que estaba cuatro plantas más arriba, le requería:

— ¿Estás?
— Sí
— Ronald me acaba de llamar.
— ¿Kirchhof?
— Sí
— ¿Qué pasa?
— Su equipo está a punto de hacer las pruebas en el simulador. Quieren el software funcionando mañana a las nueve.
— Por mí como si quieren un “Currywurst” con patatas de la huerta siciliana. Me mandan hoy las nuevas especificaciónes y ¿quieren tenerlo listo para manana?
— ¿Lo tendrás listo?
— ¿La salchicha?
— No.
— Es importante y tiene a la delegación de clientes pisándole los talones.
— Me la sudan los clientes.
—...

En ese momento sonó el teléfono. Era Jens que, al parecer, prefería seguir la conversación de viva voz:

—Tienes que terminar ésto como sea. No tengo a nadie más que pueda hacerlo. Klaus necesitaría tres meses para entender tu código incluso si estuviera documentado. Y Olaf está escribiendo los manuales. No me puedes hacer esto. Hazlo por mí, por los viejos tiempos....

Ambos habían sido sido compañeros de piso en la "Vorstrasse", una de las residencias de estudiantes que había en Bremen, durante la mayor parte de los estudios.

— ¡Venga, hombre! No me vengas con lo de los viejos tiempos. Siempre es todo por los viejos tiempos. ¿Y qué pasa con los nuevos? ¿Dónde está el hardware que te pedí hace tres meses? ¿Y las licencias del matlab?.
— ¿Recuerdas cuando te pedí que me hicieras una página web para Malin, la sueca?.
— Sí.
— Como que sí. Una noche tardaste...
— Bien, pero Malin estaba muy buena y tu eres calvo, por no decir nada de tu barriga. Además ¿de que me sirvió?
— Bueno. Te pasaste dos días con ella en tu habitación. ¿Algo hariais, no?
— Sí. Una puta página web.
— Pues ahora lo mismo, pero yo sí que te doy las gracias y encima te pago el sueldo a fin de mes.
— Sueldo...
— David, tienes que hacerlo. Y punto.
— ¡Que te jodan Jens, que te jodan a tí y a Roland y a las madres que os parieron a todos!

David colgó el teléfono, se levantó, salió de la oficina y fue al servicio. Se miró al espejo y penso:

“Malin.."


Acabo de terminar este segundo capítulo ahora mismo. Coméntame si te va gustando o no. No lo ha leido nadie aún así que perdonar las faltas y fallos. Lo iré corrigiendo después de publicarlo. Estoy abierto a críticas y correcciones de todo tipo. E incluso sugerencias argumentales. ...

Un abrazo
Pablo Garcia.

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