Sufrir un aumento incontrolado del miedo puede llevarnos a vivir experiencias tan impactantes que pueden dejar en nuestras mentes una huella imborrable. Vivir el terror en primera persona nos marca del tal manera que incluso mucho tiempo después, experimentar una situación parecida puede despertar esa intensa sensación que sufrimos la primera vez.
El terror es una sensación tan fuerte, que puede marcarnos para siempre. El miedo es una de las emociones básicas del ser humano, y está ahí para advertirnos del peligro y dar la señal de alerta necesaria para que nos pongamos a trabajar para evitarlo. Pero a pesar de ser una herramienta extremadamente útil, generalmente la mayoría de las personas tratan de evitar su vivencia a toda costa.
Su atracción
A pesar de estos hechos que compartimos casi todos los mortales, animales incluidos, el terror ha estado presente en el arte desde hace mucho tiempo. La literatura, el cine, la pintura, el teatro, la escultura, la música, los cómics, los videojuegos, etc... El terror ha estado, está y estará presente en todos ellos como uno de los géneros más impactantes que existen. ¿Cómo es posible entonces, que algo que nos crea tanto rechazo esté tan presente en el arte? La respuesta es que nos gusta experimentar sensaciones fuertes, fuera de lo normal, experiencias que nos hagan vivir nuevas sensaciones. El arte nos permite hacerlo desde un lugar seguro y controlado, en el que nosotros, como perceptores de ese arte, tenemos todo el control y el poder de detener su influencia cuando queramos. No tenemos más que cerrar el libro o parar la película.
La verdad es que no siempre es tan sencillo. El miedo es una emoción muy pegajosa, es difícil deshacerse de ella y en algunos casos puede quedarse ahí para hacernos la vida más difícil durante mucho tiempo. Muchas veces no basta con dejar de leer o apagar la televisión. Si hemos sentido el miedo suficiente es posible que esa noche nos cueste salir al jardín a oscuras o simplemente salir de la cama en mitad de la noche para ir al cuarto de baño. El terror se apodera de nosotros y nos envuelve quedándose al acecho cuando creemos que nos hemos librado de él. Esta es la razón de que haya muchas personas que no soportan las películas de miedo. Pero hay una gran parte de la población que sí lo hace, y no solo las soportan sino que las disfrutan. De no ser así el género del terror no sería tan popular como lo es hoy en día.
El miedo nos pone alerta, pero también nos da ganas de salir corriendo y hacer que termine sea como sea. Hace que todo lo que estemos haciendo en ese momento carezca de la más mínima importancia, porque en ese instante, en el momento en el que el miedo se despierta en nuestro interior, nada es más importante que hacerlo desaparecer.
Una persona víctima del miedo no puede pensar con claridad, es en realidad uno de los muchos estados alterados de conciencia que hace que nuestra percepción de la realidad se vea alterada. Nuestro pulso se acelera, al igual que nuestra respiración. El organismo nos ofrece generosas dosis de adrenalina y somos entonces incapaces de relajarnos o siquiera de mantener la calma.
Cuando el miedo que sufrimos escala en intensidad se transforma en su peor y más temida manifestación, el terror. Cuando nos vemos invadidos por él podemos ser víctimas de multitud de reacciones. Pero no todo el mundo responde de la misma manera. Cuando alguien está bajo los efectos del miedo intenso se convierte en una persona completamente impredecible. Toda su ética, su moral y sus ideales se diluyen como azúcar en el agua, dejando paso a un nuevo mundo de posibles reacciones. Todas son válidas con tal de poner fin a aquello que está causando el miedo. Y si la vida de la persona está en peligro, hará lo que sea para conservarla.
El terror y sus tentáculos
Desde el puto de vista artístico, me referiré aquí sobre todo al cine y la literatura, el terror puede llegar a lugares inimaginables. Además, puede ser provocado por situaciones que a priori no nos den ningún miedo. Es por eso que no es sólo el miedo el potencial desencadenante del terror.
Una situación inquietante, en la que uno no sea capaz de entenderla ni de actuar sobre ella, puede provocar el terror en muchas personas. Cuando lo que conocemos se torna oscuro, nublado, diferente, amenazante o simplemente contrario a como creemos que debería ser, entonces el presente puede convertirse en lo más terrorífico que podamos imaginar.
El hecho de quedarnos encerrados en un ascensor en un edificio que no conocemos puede ser el desencadenante de una situación de terror muy desagradable para ciertas personas.
De ahí que el cine y la literatura de terror no sólo se basen en mostrarnos un monstruo lleno de dientes o en súbitos sustos. Podemos encontrar todo un universo de lo inquietante, de lo enrevesado, de una realidad deformada y trastornada que puede llevarnos al límite sin necesidad de ver monstruosas apariciones.
Una situación tan extraña que no nos permita entenderla y que además nos arrastre en sus peculiares reglas o modos de funcionar es suficiente para que pueda convertirse en una historia terrorífica.
Para muchos, una película gore llena de sangre, vísceras y horribles visiones no es una película de terror, es sólo una película que en lugar de generar miedo genera asco o repulsión, pero no una situación de terror. Lo mismo ocurre con las películas de sustos que nos pillan por sorpresa. Son películas que basan su terror en hacernos saltar del asiento, pero eso no inspira miedo en absoluto, sólo juega con mantener nuestro nivel de estrés lo más alto posible. A mi entender eso no es miedo, son sólo sustos. Pero como he dicho antes, el terror se manifiesta de formas muy diferentes según la persona. Así que lo que para mí puede ser sólo una película asquerosa, en otras personas puede provocar las más horribles pesadillas.
En mi opinión, el terror en el cine y la literatura sólo aparece cuando el espectador o el lector siente que todo a su alrededor se transforma. Incluso sabiendo que su miedo es fruto de una obra de ficción, el salón de su casa, su habitación, la sala del cine o el lugar en el que se encuentra se convierte en un lugar inseguro, en un lugar en donde las posibilidades de que ocurra algo fuera de lo normal aumentan exponencialmente. Cuando uno no se atreve a mirar la oscuridad del pasillo o bajo la cama, entonces, sea lo que sea que está ocurriendo en el libro, está leyendo una novel de terror.
El terror psicológico
Esta es una expresión que se utiliza cada vez más pare etiquetar películas o libros de terror. Personalmente me hace mucha gracia esta nomenclatura, ya que no soy capaz de concebir un terror que no sea psicológico. Me gustaría que alguien me aclarase este concepto, que más que ser un tipo concreto de terror, creo que sólo es un reclamo comercial.
Personalmente creo que una película en la que una chica es constantemente perseguida por un loco asesino no es una película de miedo, sino una película de puro estrés, siempre y cuando esté bien hecha, si no, ni eso.
La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre) es para mí la excepción a este tipo de películas tipo Viernes 13 o Haloween. Aunque es cierto que las escenas de Leatherface persiguiendo a sus víctimas son más estresantes que terroríficas y son las escenas en las que la realidad se retuerce o todo se torna incierto, cuando más miedo pasamos. Como cuando vemos el cobertizo lleno de ganchos en donde el psicópata colgará a sus víctimas o cuando observamos atónitos la inigualable escena de la cena.
¿Y tú, qué es lo que te quita el sueño y te impulsa a no estar solo?