Notas [Parte IV]

Buenos días, espero que te encuentres de lo mejor; lamentablemente yo no. He visto el mensaje que dejaste en el blog de Karen Palomino hace 12 años. Al parecer esa “cosa” que la persiguió en algún momento, ahora está tras de mí. Por favor, contesta lo más rápido posible a mi súplica. Después de la publicación del 10 de enero, Karen no volvió a subir nada a su blog. Ignoro qué habrá pasado con ella, pero me temo lo peor. No quisiera que eso me pasara; por favor, ayúdeme.


Cerré la computadora y estuve llorando por un rato, de miedo y desesperación. ¿Y si me encontraba condenado? ¿Y si la única salida a aquella cosa que me dejaba las notas era la muerte? No, no podía permitirlo. Tenía que empezar a moverme.

Le pedí a mi amigo que me acompañara al supermercado, pues necesitaba comida para los días próximos. Entre las cosas que adquirí había una pequeña cámara GoPro y harina marca Haz de oros: a mi madre le gustaba mucho esa marca; la sentí un poco más cerca de mí. Pensé en mis padres. Hacia tiempo que no los visitaba; me prometí que, cuando terminara todo, iría a verlos. Antes de regresar a la casa de mi amigo, le pedí que pasáramos por mi departamento para buscar ropa. Él accedió y tomamos la ruta más corta directo al infierno.

Cuando entré al departamento, el aire se sentía polvoriento, como si dentro hubiese pasado una eternidad. Además, se me puso la piel de gallina y, tanto mi vista como mi oído se agudizaron, buscando peligro en cada rincón de la habitación. Puse la cámara arriba de una mesita, enfocando el pasillo: la primera puerta a la derecha conducía al estudio; las dos puertas siguientes estaban a la izquierda y eran el baño y mi recámara, respectivamente. El suelo era de madera y, dado que el departamento tenía al menos treinta años de antigüedad, rechinaba de algunas partes. Entré a mi recámara por algo de ropa y coloqué harina en ambos lados de la puerta. Salí lo más rápido que pude.

Cuando regresamos a la casa de mi amigo, tomé una ducha. Mientras salía para secarme con la toalla vi, encima de la ropa limpia, una nota. La agarré y noté cómo el papel absorbía el agua que estaba en mis dedos. Casi cedí ante mis miedos más recónditos y tuve que recargarme contra la puerta para no desmayarme. La nota decía:

“¿De verdad quieres verme? A mí no me gusta que me vean, una vez que lo hacen, terminan en una habitación muy cómoda y blanca, donde se dedican a mirar a ningún sitio.
Los atrapo… como lo haré contigo 😊”

-Dann Axkaná

Esta historia es escrita en tiempo real, así que no sé qué pasará en la siguiente parte. Si quieres unirte a la lectura de este cuento sin fin, te dejo los otros links. Además, puedes aportar cualquier cosa al cuento: una idea, un nuevo personaje, un lugar, etc. Yo lo intentaré introducir de una manera natural para que te sientas como en casa. Gracias por llegar hasta el final.

Primera parte
Segunda Parte
Tercera parte

Salvemos al mundo con una sobredosis de buenas y blancas líneas de versos.

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