Mi padre, hijo de la jefa de enfermeras del hospital Arriaran, algo que Rosario recalcaría y nos haría recordar siempre, hijo de una cuarentona algo poco común en los años 50, delgado y“rubio entero” .Vivió en un barrio donde los niños trabajaban y sólo iban a la escuela cuando tenían un poco de tiempo, su aspecto delicado provocó en el matadero (nombre del barrio) durante años rumores sobre su hombría, rumores empujados por sus propios hermanos que nunca perdieron oportunidad para torturarlo, cosa fácil ya que él los seguía como ciego donde ellos le indicaran, incluso sus hermanas disfrutaban vistiéndolo con ropas de niña. Pablo es de esas personas que aman con mas fuerza y entereza que la energía posible para renunciar a ese sentimiento, el amor se le incrusta en la piel y aunque reconozca el daño, el desprecio, acepta ese castigo como un perro golpeado por su amo, esperando que en algún momento ser merecedor de una caricia.
Ese defecto lo heredé, como años después nos tuvimos que enterar juntos. Este hecho no le ayudó a salir de su timidez, ni a salir de ese mundo inventado en las páginas de un cuaderno. En el tiempo donde la televisión era un elemento extraño, mi padre disfrutaba leyendo y dibujando. Aquellos rumores tenían como consecuencia palizas cada vez que se encontraba con algún grupo jugando a la pelota o fumándose un cigarro. Fue su tía Mariana quien lo salvo de aquella rutina que lo empujaba al encierro, lo impulsó a dibujar, creando a su alrededor una tacita inmunidad ya que aquellos brutos que querían despreciarlo admiraban su capacidad de contar historias con dibujos, cada año menos inocentes y más realistas, Pablo encontró una utilidad a ese don de observar y reproducir, gracias a esa silenciosa tía que esperaba casi invisible las ordenes de Rosario, su Jefa en el Hospital y durante toda su vida.
Así fue no mas, era dura la época esa... Chile era un país con un orden desordenado, todos se creían delicados alemanes con unos modales exquisitos y eran más brutos que elefante con tacones... además que yo sepa los alemanes tampoco lo estaban pasando muy bien que digamos... mi mamá era dura e inesperada, llegaba después de trabajar enojada y siempre le pegaba al que abría la puerta, así que mis hermanos, tan tiernos ellos me mandaban a mi, yo descubrí que si me hacía el bebé y salía gateando: mi mamá se reía y no me pegaba, yo lo encontraba lo mas normal, pero a mis hermanos les calentaba la cabeza el ver que no me hacia na, mis hermanas me tenían de muñeca, me ponían las fundas de las almohadas para Vestirme de niña, cosa que al taita, tu abuelo, no le gustaba, pero mi abuelita se reía, es que mi abuelita tenía re muy buen humor, también era dura, pero de otra forma. Pero bueno sigo con lo de mi mami, me pediste que te la definiera, te voy a contar una historia. Un día nos fuimos al parque O´higgins, ese grande cerca de la casa, fuimos con mis hermanos, la tía Nana y mi mamá.
De pronto vimos estacionado el auto de mi "taita" entre unos matorrales, la tía Nana quiso irse por otro lado, pero la Rosario... me agarró a mí, porque era el más chico y a la María Teresa, la mayor de mis hermanas. Nos sentó en la parte trasera y he ahí que vimos claramente al tata Jorge engatusando a una jovencita, que no vi muy bien, yo era chico, tendría unos siete años, pero mi hermana estaba cerca de los doce y esa escena la marco pa’ siempre, la Rosario dijo: ¿Cómo va Sergio? Se dirigió a la joven extendiendo la mano “ Soy Rosario Ramírez, la esposa de Sergio y estos 2 de nuestros 6 hijos, los otros 4 están afuera jugando con mi hermana” la joven encogida extendió la mano débilmente buscando en los ojos de mi padre alguna protección, pero el taita parecía encogerse y volverse cada vez más blanco, mi mamá sonrió satisfecha “ Sergio, mira, nos vamos con los niños al parque, quieren jugar, aprovecha de pasártelo bien, que a mi cama no entras en un buen tiempo” miró a la joven y se despidió con una grosera cordialidad “adiós ah”. Y nos bajamos, yo, era chico y me preocupaba profundamente la promesa de mi hermano de enseñarme a hacer un runrún, sin embargo fueron los demás quienes se fijaron más en como esa joven salió llorando sin atreverse a mirarnos y mi papá nos subió al auto sin que pudiéramos jugar ni un poco, así era tu abuela, conseguía todo haciendo a los demás sentirse como una mierda. Así crecí yo, me obligaron a todo, no podía decidir ni que hacer con mis dibujos, yo quería estudiar bellas artes, pero el taita decidió que estudiara arquitectura.
El mundo estaba cambiando, Chile tomaba un rumbo inesperado y Pablo se encontró con toda la energía de la juventud en medio de una revolución política y social. El cielo en el país del mar se veía diferente, con esperanza en la fuerza del pueblo. Pero cuando el poder se acerca a las inquietudes de la gente, siempre hay algo que intenta corromperlo.
Era rara esa época, agaché la cabeza y me puse a hacer planos. Pero tuve mi venganza, al entrar en la escuela se me abrió un mundo nuevo de cambios, colores, formas, seguí a quienes me indicaban el camino a la revolución, de los cambios en el orden social, y por que no decirlo, donde estaban las “lolas”, esas niñas que empiezan a ser mujeres, pero que a los 18 años y saliendo de un colegio de hombres eran lo más impresionante, excitante y relevante de cualquier movimiento, me hice comunista. Al principio era como un juego, algo que tu abuela no podía controlar, las reuniones, las elecciones y de pronto el milagro, ganó Allende, ganó la izquierda en unas elecciones pacíficas, sin armas. Todo cogió forma, pero nos advertían que todo eso había que defenderlo.
Comenzaron los trabajos voluntarios, una mezcla entre un campamento organizado con fines sociales y una pura revolución hormonal. Como te decía el mundo miraba a Chile por ese proceso, era un ejemplo para los demás, el problema es que vinieron a ayudar a los campamentos...ayudaban llevándose a las "minas", o para que me comprendas a esas mismas lolas que yo seguía, entre ellas Ana, una delicada jovencita con el pelo largo y castaño...los que mas pinchaban eran los argentinos y los locuaces líderes, cuantas veces veía con inquietante envidia las delgadas manos de Ana cruzarse con esos “Revolucionarios”.
Alguna cosa pillaba yo, pero poca cosa hija mía, poca cosa. Lo que si pille fueron amigos de los buenos, como el Briones, o el Vitoco de esos para toda la vida, de esos con los que todavía me encuentro y borracheras también, de esas que el piso se te pega a la cara y al otro día estas con la cara pitada con pintura de zapato y te cortan el agua, es que los cabezas pensantes de la revolución, los eran también para las bromas, así entre risas y vinos aprendíamos a trabajar juntos y a defendernos de esas bromas llenando sacos de dormir con harina y a hacer un buen melón con vino...no sé en que momento, no sé exactamente cuando, fue de pronto, estaba aprendiendo a disparar, golpear, usar armas, había uno que decía que si era necesario atacaríamos a nuestros propios padres, que no podíamos confiar en nadie, que lo importante era la revolución y la preparación para la futura Guerra, ese era Marcos, convencido de que era necesario inventar estrategias de ataque y defensas...a nosotros lo que nos importaba era quién se encargaría del vino esa noche, pero por si acaso poníamos cara de “profundamente interesados” aunque nos doliera extremadamente la cabeza...hija mía, el melón con vino blanco, no es bueno para la revolución.
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3 Parte: @dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-3a-parte-chaullin-con-aeropuerto
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