Mi mundo se dividió siempre en dos mundos que son los que separaban a mis padres. Encontrando en cada uno de sus mundos leyes diferentes, pequeños cosmos que siempre se movían al rededor de su sol correspondiente. Cada mundo estaba condenado a ser regido por una Reina autoritaria, lo suficientemente fuerte para no sucumbir a los desafíos de cada época que le tocó vivir. El primero de los reinos es a pasos del centro de Chile... lo que mucho después significaría algo.
Pedro Lagos con Víctor Manuel
En el centro de Santiago de Chile se formó la primera enfermera universitaria, en aquella época donde era muy extraño que una mujer se interesara en leer y escribir, aquella que llegaría a ser jefa de enfermeras de uno de los hospitales más importantes del país por los años 40, María Rosario Ramírez, hija de campesinos, la mayor de once hermanos. Se decía a sí misma descendiente de alemanes aunque nada en sus raíces lo indicara. Orgullosa de sus logros, de su juventud y dándole una importancia desmedida a la claridad de la piel como símbolo de belleza siempre despreciaría a quienes marcara su piel origen indígena, piel oscura, ojos oscuros, el ancho de la espalda, estrechez de caderas, pómulos prominentes, marcas típicas de un mapuche era totalmente rechazado por su concepto de honorable y aquellos pobres personajes que se cruzaban en su camino con estas características eran humillados constantemente, sin importarle que fueran sus propios hijos o nietos.
Esta mujer fría y ambiciosa marca el comienzo de una época, ella era demasiado “moderna” para los años 20, esos años donde las mujeres salían de casa de sus padres para ser la casi esclava de otro hombre que sería su marido porque así tenía que ser, cuando las mujeres no tenían derecho a voto porque no podían decidir por si mismas, un tiempo donde las mujeres eran anuladas intelectualmente y sólo se veía natural que estudiara para ser maestra y ser una maestra que enseñara a otras niñas a comportarse como damas, como mujeres para casarse y no solo acostarse. En esa época obscura Rosario decidió no ser maestra, no porque no fuera inteligente, lo decidió por que no le parecía relevante y a los 19 años decidió también con su primer sueldo quitarse todos los dientes y colocarse falsos, una placa, porque de niña su complejo eran esos dientes enormes que heredaríamos todos, pero ella, que no le importaba ir contra las normas, decidió salir de sus complejos y tener una sonrisa perfecta, aunque fuera de mentira y ser lo que ella quisiera y ser ella y solo ella quien tuviera derecho sobre si misma, tenia novios por capricho y rechazaba a adinerados médicos, profesionales y machistas. Estuvo siempre orgullosa de que el tiempo le diera la razón y ver como en el siglo veinte poco a poco la mujer adquirió libertad y que esa libertad va ligada a la independencia económica “que nadie te compre” me decía de pequeña. De forma inesperada para todos eligió a los 27 años a un hombre sin profesión, 5 años menor, Sergio, quien la conquistó con sus galanterías, dulzura, paciencia y tolerancia.
Construyeron su casa cerca del hospital, lo suficientemente grande para que jugaran sus seis hijos, viviera con comodidad su madre, su padre y cuanto abuelo y tío iba apareciendo y la hermana pequeña de Rosario, Mariana, que silenciosa criaría con gusto a los hijos de esa hermana poco agradecida que le consiguió un trabajo como auxiliar en el hospital, dejando claro, siempre su diferencia de rango!
Como una maldición para ella, parió seis veces, las tres primeras, hembras, Maria Teresa, Maria Esperanza y María Gloria, todas de piel oscura, solo una con los ojos miel, para ella, claramente como su padre y luego los tres machos, primero Sergio y Patricio los dos ojos juntos, piel oscura, piernas cortas y por ultimo, cuando ella ya tenia 40 años llegó su hijo querido, su pequeño angelito, piel clara, pelo rubio, ojos claros, más esbelto que los demás, el más parecido a Rosario, según ella decía porfiadamente. Ese niño seria bendecido con los cuidados, mimos de su madre en su infancia y seria castigado durante toda su vida con el desprecio de sus admirados hermanos, rechazo que secundaria Rosario el día que militares fueron a buscarlo a casa, ese niño era Pablo, mi padre.
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