Reflejos de Mis Sombras 7ª Parte: El Golpe, el miedo y Pablo

  Estábamos durmiendo en el Diego Portales. Ya hace semanas se informaba de movimientos raros entre militares, se pasaban fotos de posibles traidores...pa que mentir, teníamos miedo por que no se sabía qué pasaba, pero tampoco nos imaginábamos el resultado, dormíamos en sacos, ocultando ese miedo ya que se encontraban , las “compañeras”, entre ellas Ana. De pronto un fuerte ruido nos despertó, eran bombas. Al asomarnos a la ventana vimos pasar por sobre nosotros los aviones ¡Se han vuelto locos, mataron a Allende! Chilló la voz de un chico pelo punta, yo me desperté con la boca pastosa junto al Briones ¡Hay que defender al pueblo! ¡Hay que armarse! Gritó la misma voz y acto seguido los disparos se dirigían a nosotros. Todos nos tiramos al suelo, las chiquillas lloraban, incluida Ana , me arrastré como pude y llegué a ella para darle la mano, me miró...yo creo que ese día me vio por primera vez y la guié por el suelo a la escalera; Los cristales se rompían, el ruido ensordecedor y yo pendiente del calor de esa mano, el instinto de supervivencia no supera la wüevonés, a penas me respondían los reflejos, todos chillaban y yo como volando por la suavidad de esas manos, mira que han pasado años y se ha escrito historias de ese día y yo lo que más me acuerdo es de esa finura. 


Llegamos al piso de abajo, ahí no habían ventanas y nos sentimos seguros. Marcos entró con la cara desencajada.
“Golpe de Estado” esa frase que por primera vez escuchaba recorrió cada surco de mi piel, colándose también en la mano que sostenía a Ana. No, no sabíamos nada, pero sólo faltaba ver la cara de aquel hombre tantas veces visto en reuniones animándonos por la revolución. Dicen que la madures llega con la conciencia de la certeza de la muerte. Ese día la tuve. Tanto que dejó de importarme Ana y sus ojos y su piel y su risita inexistente. Con 19 años era posible morir y no de viejo precisamente, no me imaginaba como salir.- No nos mataran estos conche ‘e su madre.- dijo mi amigo Briones, tan seguro, que casi le creo, pero se puso a mirar al vacío. ¿cómo no íbamos a morir? Estábamos encerrados como conejos y veíamos los tiradores, los aviones, los tanques. Escuchábamos la radio, como una a una dejaban de emitir y como se apagaba la voz de ese Presidente tantas veces defendido. ¿Cómo no morir ese día? 


  Nos sacaron por un estacionamiento subterráneo, nos separaron en parejas y nos dieron direcciones en papel, así, direcciones en papel. Sin instrucciones, sin despedidas...bueno, nos miramos con el Briones y nos separamos, yo agarré a Ana con la naturalidad de quien se está miando de terror. Miré la dirección, quedaba frente a una Iglesia que había dibujado...claro que había que pasar por el centro...chucha no fuera que se me diera fácil la cuestión...así que agarré a la mina y me puse a andar, ya no me interesaba ni su piel ni nada, solo esa dirección, que tampoco sabia muy bien de que serviría, por entre las murallas, de pronto Ana sollozando me dio un paquete, al tacto supe que era una pistola, me quedé helado, ¿de verdad tendría que disparar?, no tenía tiempo de divagaciones morales, solo caminar, pensaba e mi mami y mi abuelita ¿Y si me mataban?, porque vimos claramente como disparaban a la moneda y a nosotros en el propio Portales...quién sabe, pero yo seguía caminando, sudaba al ver los tanques, veía la confusión en uno que otro “paco” que se nos cruzaba, los pacos, Carabineros de Chile...esos que creímos leales al pueblo...ni me acordaba del paquete, ni del paquete, ni de Ana que no paraba de llorar y rogarme que caminara más despacio, tanto fue el escándalo que hizo que unos milicos se empezaron a reír, seguramente pensando que era mi “polola” o yo que sé, me giré y la miré fijo ¡MIREYA DEJATE DE LLORAR, CUANDO LLEGUEMOS A LA  CASA HACÍ LO QUE TE DE LA GANA!  Ana reaccionó, Mireya era un nombre ficticio, pero logró que mirara a su alrededor, viera las camionetas, los gases ,  las bengalas. Me miró avergonzada, me cogió de la mano y dijo como para que la oyeran, fingiendo susurro “Es que estoy asustadita, no seas tan brusco”, sonreí, realmente el papel de niña tonta le venía ni que pitado “Ya mamita, perdone” la cogí fuerte y seguimos andando mientras el grupo de milicos se seguían riendo de la escena.  

  

Pablo por primera vez se veía a si mismo en una situación no solo de adulto, si no de hombre, de esos que miran por su propia vida día a día, mientras caminaba por el centro de Santiago de Chile, en plena guerra, entre metrallas y extraños silencios, Pablo pensaba en que se perdería la cazuela de su casa y que su madre pasaría del enfado a la preocupación. La muchacha que tiraba de su mano también lo vio por primera vez como un hombre, lo veía caminar decidido por entre la humareda con un extraño halo de protección. Pablo era flaco, alto, casi delicado, pero últimamente gracias a los extenuantes ejercicios de judo estaba formando un cuerpo menos andrógeno y más masculino. Al cruzar la Alameda les dieron el alto. Un militar jovencísimo los miró detenidamente, Víctor abrazó a Ana que volvía a sollozar y le besó la frente casi de manera fraternal. El joven militar los seguía mirando y apuntándoles con una metralleta corta. Pablo recordó la pistola y calculó el tiempo para sacarla, pero no fue necesario una bomba a lo lejos y el joven uniformado corrió en esa dirección, solo le dio tiempo a gritar un ¡pa la casa mierda !. Ana miró a su nuevo amigo, esperando alguna respuesta romántica, pero él sólo atinó a seguir caminando esquivando sus ojos y tirando de su mano. Ana estaba segura que él sentía algo más que simpatía por ella, ella recordaba la de veces que lo vio observándola en las reuniones, pero se sintió rechazada, y le soltó la mano como una tácita protesta. Pablo la cogió del brazo.- Mira, hay que llegar aquí  (mostrándole la dirección) y tenemos que llegar juntos, dame la mano.- Entonces se dio cuenta que no era el cansancio lo que molestaba a Ana, Pablo, siendo el menor de seis hermanos de las cuales tres son mujeres no tardó en distinguir el fuego de orgullo herido, si, aprendió a reconocer esas señales, pero no aprendió delicadeza .- ¿Quieres que te bese mientras nos matan?¿estas loca? A ver, si, sabes que me gustas, pero ahora quisiera seguir vivo un rato, déjate de wüeviar y camina.- Pablo ofuscado y Ana aun más ofendida (y un poco avergonzada) siguieron caminando asta llegar a la dirección que les habían indicado.


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   1 PARTE: @dcaroa/reflejo-de-mis-sombras-1a-parte

2 PARTE: @dcaroa/reflejo-de-mis-sombras-2a-parte-pedro-lagos-con-victor-manuel

3 PARTE: @dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-3a-parte-chaullin-con-aeropuerto

4 PARTE: @dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-4a-parte-el-melon-con-vino-y-la-revolucion 

5 PARTE: @dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-5a-parte-el-vuelo-de-lucia 

6 PARTE: https://steemit.com/spanish/@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-6a-parte-reencuentro-en-golpe
 

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