Patricio comenzó a recorrer las calles de Santiago, fue a ver las listas del estadio Nacional. Ahí vio a gente en las puertas intentando saber sobre sus familiares, se comparaba con esa gente y no encontraba la semejanza...Pablo estaría en la universidad con esos comunachos, pensó y se acercó a la escuela de Arquitectura.
Estaba abierta, pero silenciosa, se acercó a donde él sabía se reunían, no estaba. A lo lejos vio a un joven menudo y solitario que daba vueltas, “el Vitoco” paseaba cabizbajo por entre unos árboles, a lo lejos, vio a Patricio, sonrió y se acercó con paso acelerado, cuando la distancia fue más corta se acentuaron las diferencias entre los dos hermanos, la cara de Vitoco cambió, se dio cuenta que había confundido a su amigo de parrandas con otro individuo, pero ya estaba frente a Patricio -Perdona, te confundí con alguien-.
Empezaba a alejarse. Patricio, consciente de que él y Víctor se parecían ( a lo lejos, según muchas veces recalcaría Rosario) lo detuvo .- Estoy buscando a mi hermano, Pablo Caro, ¿sabes donde puede estar?-. Claro, respondió irónico el joven, por eso estoy aquí, lo estoy buscando porque estamos jugando al escondite, pegó una carcajada, pero vio que a Patricio su broma no hizo gracia, de modo que bajó la cabeza, respiró hondo, miró alrededor.
- Ya, vayámonos de aquí -. Y salió, Patricio lo siguió y mientras caminaban Vitoco empezó a hablar sin mirarlo- Pablo estaba en el “Gabriela Mistral” (Actualmente Portales) el día del bombardeo, sé que escapó, pero no se más...pensé que hoy vendría, siempre nos juntábamos los lunes aquí para irnos a comer a mi casa...pensé que vendría-. Patrició notó como la voz del joven se quebraba, ¿Los lunes a comer en su casa? Se dio cuenta entonces que no conocía a su hermano, pero aun no estaba seguro donde podría encontrarlo. Lo he buscado por todas partes, continuó el Vitoco, sólo me falta un lugar...el centro médico forense...ahí han parado muchos...-No, interrumpió en seco Patricio. El “enano” no está muerto.
Ilustración Propia
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Pudimos ducharnos, el cura nos dio ropa y sobre el campanario había un colchón y pudimos dormir y comer. Nadie me cree, pero con Ana nos comportamos como hermanos... ni nos besamos esos días. Si, fueron días. Ya estaba acostumbrado a los pasos del Padre Alberto por las escaleras. Pero un día, escuchamos unos pasos más pesados, conté mentalmente a tres personas. Escondí a Ana junto al campanario, yo me puse junto a la pared.
Y apareció, era el güaton Briones y otro. Pegué un brinco y abracé a mi amigo, no sabía que decir, ni contarle. Cuando me giré Ana estaba con el otro “El Chico” le decían.
Ya está buena la güeá. Mi dijo el güaton, supongo que adivinando lo que pensaba. A ver la cosa está así, los pacos vigilan tu casa... no pongas esta cara que apareció tu madre y pa que estamos con cosas, suponemos que los milicos se miaron encima. Se rieron, el güaton y el Chico se rieron, pero yo no podía dejar de pensar en mi taita, mis hermanos, mi tía... mi mami. Seguro los habrá dominado, pero tiene que estar asustada.
- Chucha, me voy pa la casa. El Chico me dió un coscorrón.
- A ver, otra vez, tu casa está vigilada por los Pacos. No puedes ir allí. Se me apretó el estómago, se me nubló la vista. El único lugar seguro del mundo ya no lo era.
- Y qué hago ¿Me quedo aquí? Miré asustado creyendo que me abandonarían sin más, total, ya tenían a Ana.
El Briones me pasó el brazo por sobre el hombro- Tú para estudiar arquitectura, leer tanto y dibujar tan bien, chucha que "erí" güeón. Te vení a mi casa, hasta que sepamos que ya puedes ir a la tuya. Ana ya está con los suyos...
¡La tienen, la tienen!- cayó de rodillas – ¡La tienen por mi culpa, van a matarla!- Sigan andando- Nos ordenó el cura mientras intentaba poner en pié al hombre, que se daba golpes contra un muro. Yo no me podía mover.
El güatón me sacó de la iglesia y empezamos a caminar, a caminar y conversar todo lo que había pasado esos días. Me acordé que ese día tenía que ir a comer con el Vitoco y se me soltaron las lágrimas. Miré hacia atrás y vi la cúpula como se alejaba, también Ana y ese hombre llorando a los pies del cura en la iglesia. Ese hombre ¿Tendría hijos?
Así sin las historias de supervivencia ¿Te has perdido algo?, puedes comenzar desde el Principio:
1 PARTE:
@dcaroa/reflejo-de-mis-sombras-1a-parte
2 PARTE:
@dcaroa/reflejo-de-mis-sombras-2a-parte-pedro-lagos-con-victor-manuel
3 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-3a-parte-chaullin-con-aeropuerto
4 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-4a-parte-el-melon-con-vino-y-la-revolucion
5 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-5a-parte-el-vuelo-de-lucia
6 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-6a-parte-reencuentro-en-golpe
7 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-7a-parte-el-golpe-el-miedo-y-pablo
8 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-8a-parte-el-nacimiento-de-quely
9 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-9a-parte-la-arrogancia-de-rosario
10 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-10a-parte-un-fusil-y-hallullas
11 PARTE:
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-11a-parte-la-primera-muerte-de-lucia
12 PARTE :
@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-parte-11-de-sacramentinos-a-marcelo
13 PARTE :https://steemit.com/spanish/@dcaroa/reflejos-de-mis-sombras-13-el-horror